jueves, 2 de julio de 2020

Aterrizando en la realidad (Tarea módulo 5)



RELATO: Las Maites de España

Maite tiene 40 años y dos hijas, de 10 y 8 años. Trabajaba a tiempo completo en una oficina en el departamento de recursos humanos, y no era un mal trabajo pero tampoco consideraba que estuviera reconocida en su puesto.
Maite es despedida

La decisión de opositar a los 40 años fue de manera casi obligada para Maite

Había sido despedida del mercado laboral privado, a causa de la Covid-19, y éste no le daba la opción de volver a entrar.

La edad no era sólo un problema, también era una mujer con dos hijas pequeñas a su cargo. Nunca había estado en el paro pero se encontró con un futuro laboral desolador, con unas ofertas laborales indignas, casi insultantes, respecto a remuneración, horarios de trabajo y posibilidades de carrera profesional.

Literalmente la empresa privada ya no la quería, y de quererla era para trabajos precarios y de baja cualificación. Así que la apuesta era única: o conseguía aprobar una oposición, o las posibilidades de ser una parada de larga duración con hijos a su cargo con 40 años eran muy altas.

Aun así, Maite siempre tuve vocación de trabajar en la Administración Pública, y la posibilidad de poder conseguirlo la llenaba de esperanza. Sabía que aprobar la oposición le cambiaría la vida radicalmente. Se sentiría libre económicamente y disfrutaría de sus hijas porque podría dedicarles más tiempo.

Conseguir un equilibrio fue muy difícil. De hecho, tuvo que renunciar a muchas cosas: eventos familiares, quedadas con amigos, a su vida social……. y hacerse fuerte para que ello no la afectara más de lo normal.
 
El tiempo es limitado
En este camino Maite se dio cuenta de lo valioso que es el tiempo y tuvo a que aprender a elegir a quién dedicárselo porque, a veces, sin darnos cuenta, le dedicamos demasiado tiempo a las personas equivocadas.

Si algo bueno tiene opositar, es que te hace ver quiénes son los amigos de verdad. Amigos que no habían preparado oposiciones, y que no eran capaces de entender todo el trabajo que ello conllevaba.

Su matrimonio no pasaba un buen momento, pero la oposición fue la gota que colmó el vaso, por lo que se veía sola en este viaje a lo desconocido. Al menos, Maite tenía el apoyo de su hermana y su madre para ayudarla en casa, y por las tardes llevar a las niñas a todas las actividades.

Una academia le vino  fenomenal para seguir un ritmo, para conseguir el material y por los profesores, pero para Maite, lo más importante, eran sus compañeras, que estaban en su misma situación, y fueron un apoyo psicológico fundamental (Maite yo no estaba sola en esta locura).

Estando en el paro tuvo que hacer frente a unos gastos importantes para la preparación de sus oposiciones, incluso una tasa para poder inscribirse en las mismas. Además, su marido no ayudaba en nada, pero ella siempre sabía salir adelante. 

Utilizó muchísimo la biblioteca, sobre todo por las mañanas, cuando sus hijas tenían colegio. Al principio echaba 5 horas y según llegaron exámenes subió a 8 horas, pero pidiendo ayudas a su hermana, y a su madre para hacer las tareas de casa, y ocuparse de sus hijas.
¿Lo conseguirá Maite?

Al tener una situación económica tan precaria, y tener dos hijas a su cargo tuvo que decantarse por oposiciones del grupo C1 al ser menos exigente. Es cierto, que era graduada pero no podía competir con aspirantes más jóvenes o sin cargas familiares que les permitían estudiar más tiempo que a Maite.

Las opciones en el sector público eran amplias pero termino eligiendo unas oposiciones para ser administrativa en el ayuntamiento de su ciudad.

Lo más difícil de opositar para Maite era la falta de tiempo y la sobrecarga de las responsabilidades que le afectaban a la hora de estudiar. No es lo mismo preparar unas oposiciones con 25 años sin responsabilidades ni presiones que te limiten, que ahora con 40 años; además, la capacidad de memorizar o entender el temario y el ritmo de estudio no es el mismo.

Maite formaba parte del nuevo perfil de la persona opositora: mujer de 40 años, con cargas familiares, y que por las circunstancias de la vida debe acceder a un empleo público al ser expulsada del sector privado. Sintiéndose una persona discriminada por la edad, por ser mujer, y tener cargas familiares.

A pesar de las dificultades. A Maite le dio mucho ánimo el ver que avanzaba y cada vez sacaba mejores notas, incluso aprobó el primer examen en su primera convocatoria, y ya pudo empezar a trabajar de interina en el Ayuntamiento.

Básicamente Maite ha decidido ver el lado positivo y no el negativo, ahora ya está otra vez trabajando y tiene la posibilidad de una mejor conciliación de la vida familiar. 
 
Un día las Maites serán libres

Es cierto que tiene más cualificación que la exigida en su trabajo, pero tiene la oportunidad de ganar experiencia, y el día que apruebe la oposición tendrá la posibilidad de promocionar en su trabajo, algo que el sector privado le negó por la edad,  por ser mujer y por ser madre.