RELATO: Las Maites de
España
Maite tiene 40
años y dos hijas, de 10 y 8 años. Trabajaba a
tiempo completo en una oficina en el departamento de recursos humanos, y no era
un mal trabajo pero tampoco consideraba que estuviera reconocida en su puesto.
Maite es despedida |
La decisión de opositar a los 40 años fue de manera casi obligada para Maite.
Había sido despedida del mercado laboral privado, a causa de la Covid-19, y
éste no le daba la opción de volver a entrar.
La edad no era sólo un problema, también era una mujer
con dos hijas pequeñas a su cargo. Nunca había estado en el paro pero se encontró
con un futuro laboral desolador, con unas ofertas laborales indignas, casi
insultantes, respecto a remuneración, horarios de trabajo y posibilidades de
carrera profesional.
Literalmente la empresa privada ya no la quería, y de quererla era para trabajos precarios y de baja cualificación. Así
que la apuesta era única: o conseguía aprobar una oposición, o las
posibilidades de ser una parada de larga duración con hijos a su cargo con 40
años eran muy altas.
Aun así, Maite siempre tuve vocación de trabajar en la
Administración Pública, y la posibilidad de poder conseguirlo la llenaba de
esperanza. Sabía
que aprobar la oposición
le cambiaría la vida radicalmente. Se sentiría libre económicamente y
disfrutaría de sus hijas porque podría dedicarles más tiempo.
Conseguir
un equilibrio fue muy difícil.
De hecho, tuvo que renunciar a
muchas cosas: eventos familiares, quedadas con amigos, a su vida social……. y
hacerse fuerte para que ello no la afectara más de lo normal.
En
este camino Maite se dio cuenta de lo valioso
que es el tiempo y tuvo a que aprender a elegir a quién dedicárselo
porque, a veces, sin darnos cuenta, le dedicamos demasiado tiempo a las personas
equivocadas.
Si
algo bueno tiene opositar, es que te hace ver quiénes son los amigos de verdad.
Amigos que no habían preparado oposiciones, y que no eran capaces de entender todo
el trabajo que ello conllevaba.
Su
matrimonio no pasaba un buen momento, pero la oposición fue la gota que colmó
el vaso, por lo que se veía sola en este viaje a lo desconocido. Al menos,
Maite tenía el apoyo de su hermana y su madre para ayudarla en casa, y por las
tardes llevar a las niñas a todas las actividades.
Una academia le vino fenomenal para seguir un ritmo, para conseguir
el material y por los profesores, pero para Maite, lo más importante, eran sus
compañeras, que estaban en su misma situación, y fueron un apoyo psicológico
fundamental (Maite yo no estaba sola en esta locura).
Estando en el
paro tuvo que hacer frente a unos gastos importantes para la preparación de sus
oposiciones, incluso una tasa para poder inscribirse en las mismas. Además, su
marido no ayudaba en nada, pero ella siempre sabía salir adelante.
Utilizó muchísimo la biblioteca, sobre todo por las
mañanas, cuando sus hijas tenían colegio. Al principio echaba 5 horas y según
llegaron exámenes subió a 8 horas, pero pidiendo ayudas a su hermana, y a su madre para hacer las tareas de casa, y ocuparse de sus hijas.
¿Lo conseguirá Maite? |
Al tener una situación
económica tan precaria, y tener dos hijas a su cargo tuvo que decantarse por
oposiciones del grupo C1 al ser menos exigente. Es cierto, que era graduada
pero no podía competir con aspirantes más jóvenes o sin cargas familiares que
les permitían estudiar más tiempo que a Maite.
Las opciones en
el sector público eran amplias pero termino eligiendo unas oposiciones para ser
administrativa en el ayuntamiento de su ciudad.
Lo más difícil
de opositar para Maite era la falta de tiempo y la sobrecarga de las
responsabilidades que le afectaban a la hora de estudiar. No es lo mismo
preparar unas oposiciones con 25 años sin responsabilidades ni presiones que te
limiten, que ahora con 40 años; además, la capacidad de memorizar o entender el
temario y el ritmo de estudio no es el mismo.
Maite formaba
parte del nuevo perfil de la persona opositora: mujer de 40 años, con cargas
familiares, y que por las circunstancias de la vida debe acceder a un empleo
público al ser expulsada del sector privado. Sintiéndose una persona
discriminada por la edad, por ser mujer, y tener cargas familiares.
A pesar de las dificultades. A Maite le dio mucho ánimo
el ver que avanzaba y cada vez sacaba mejores notas, incluso aprobó el primer examen
en su primera convocatoria, y ya pudo empezar a trabajar de interina en el
Ayuntamiento.
Básicamente Maite ha decidido ver el lado positivo y no
el negativo, ahora ya está otra vez trabajando y tiene la posibilidad de una
mejor conciliación de la vida familiar.
Es cierto que tiene más cualificación que la exigida en
su trabajo, pero tiene la oportunidad de ganar experiencia, y el día que apruebe
la oposición tendrá la posibilidad de promocionar en su trabajo, algo que el
sector privado le negó por la edad, por
ser mujer y por ser madre.